sábado, 19 de diciembre de 2009

A sabiendas


Hoy llegué más temprano al trabajo que de costumbre. Él se sorprendió, conversamos un poco, después durmió.. Si se puede decir que durmió, pues no tenía ni quince minutos de estar recostado, cuando llegaron las personas que esperaba. Los atendió, preparé café, calenté mi desayuno, me ensucié, y mientras yo comía mole a las diez de la mañana, y él platicaba por msn, hice una pregunta que desató una graaan plática... Una que duró fácil, más de una hora. Fue un poco difícil pues se tocaron temas delicados, bueno, más difícil fue pues cuando llegamos al punto de decir las cosas al grano, tal y cual son; muchas veces sentí ese nudo en la garganta que te hace llorar, él lo sintió también. Aún así, me percaté de huecos, y que por así decirlo, un poco "superficial".. Lo cual es mentira, ya que sacamos muchos "trapitos al sol." Ésta es de las pocas ocasiones que me expresa sus sentimientos más profundos. Me hizo darme cuenta de algunas cosas que ya sabía, y otras que dije ya conocía sin ser verdad. Le comenté que mi forma de ser tan ensimismada es lo que me hace especial y crea algunas veces mi sensatez. Pensar es algo a lo que estamos condenados para toda la vida. Volviendo a, me dijo que su amor es para toda la vida, y que morirá amándola, eso me dio un gusto tremendo y me sacó una sonrisa, la cual forcé para que no saliera pues el momento no era muy indicado. Hablamos, y hablamos... mejor dicho habló y habló, yo escuchaba con atención, lo interrumpí varias veces para hacerle notar que varias cosas que creía sobre mí, estaban un poco equivocadas.
¿Nuestro tema? La familia, la vida, el amor, los hijos, y sobre todo la diferencia entre sentirse contento, y sentirse feliz.

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